Este año Estampa parece tener más prisa que nunca así que ha adelantado su cita habitual unos días, los suficientes para hacernos olvidar aquello de: “Recen todo lo que sepan señores expositores para que no les toque un stand junto a las puertas de carga y descarga o, créanme, durante el montaje acabarán escuchando villancicos en su cabeza por lo gélido de la cuestión” .
Pues eso, que con buenas temperaturas y mejores intenciones arranca esta nueva edición de Estampa que, como los buenos vinos, va ganando con el paso de los años y ha acabado convirtiéndose en un interesante escaparate de las nuevas propuestas de fotografía y videoarte, además de en un inevitable punto de encuentro para jóvenes coleccionistas sin recursos para adquirir una obra original.
Si hay algo que está claro es que Estampa no deja de reinventarse. Este año, por primera vez en su historia, saca del recinto ferial de Ifema una de sus actividades y nos lleva al Auditorio Nacional de Música para disfrutar de un programa de video que fusiona la creación plástica y musical.
Estoy de accuerdo. Este año, si lo comparamos con otras ediciones, mucho mejor. Pero veo un problema de comunicación. A pesar de que la feria, cada vez más, se está enfocando al coleccionismo joven, sigue manteniendo algunos vicios de la antigua Estampa: stands recargados, Tápies a granel, una identidad gráfica caducada, etc. Si Estampa este año ha traído a expositores jóvenes ¿no debería la feria hacer un esfuerzo y renovar todos estos aspectos para atraer, realmente a los compradores que, en adelante, van a ser el que sostenga la feria?
ResponderEliminarY otra cosa más. ¿Es necesario que se celebre en IFEMA? Es una feria pequeña, se me ocurren mil lugares mucho más atractivos en Madrid y que harían de Estampa un evento mucho más popular y atractivo.