25 oct 2010

Mamá, quiero ser ministra





Nos alegra a todos que ZP haya decidido ponerse a la tarea de renovar sus ministerios. A la vez que da un aire fresco a sus carteras nos enseña también que no todo está perdido y que aún siguen quedando ganas de encauzar todo el lío este en el que estamos metidos. Dicho sea de paso, y con las cosas como están, nos alegramos también de que a nadie se le haya ocurrido la genial idea de eliminar el Ministerio de Cultura (fans de esta opción no faltan, no os creáis). Pero ya que se ponen a ser geniales podrían haberlo sido un poco más y haber cambiado a nuestra querida Ministra de Cultura. Sí, la que está mucho más preocupada de que no nos descarguemos material cultural ¿ilegal? que de abrir sus horizontes y mirar un poco más allá de sus narices cinematográficas. La que aún no se ha dado cuenta de que la mejor manera de fomentar y difundir la cultura es esa, compartirla. La que está más preocupada del castigo que de asumir que la manera de consumir los productos culturales ha cambiado e idear algún sistema que realmente funcione sin perjudicar a nadie.  

Tan preocupada está de todos estos menesteres que además descuida por completo otro tipo de manifestaciones culturales que no tengan que ver con el cine o con los derechos de autor y es que, cuando los intereses culturales van tan encaminados a una cruzada tan concreta, otras cruzadas se quedan un poco huérfanas.
¡Se nos ocurre una cosa! ¿Por qué no creamos un ministerio de “comotedescarguesmúsica-pelisteempapelo” y el Ministerio de Cultura lo dejamos para promover, impulsar, proteger y apoyar todo tipo de manifestaciones culturales?

Está claro que no somos los únicos que pensamos así. La presunta Asociación de Internautas ha presentado una denuncia ante la presunta Oficina de Conflictos de Intereses contra la presunta Ministra de Cultura por aumentar, presuntamente, en un 8, 5 millones de euros las subvenciones al presunto cine español.

Si hay algo que hemos aprendido en estos últimos años de bombardeo telebasura es que puedes decir lo que te venga en gana siempre y cuando, eso sí, vaya precedido del adjetivo presunto/a que, por cierto, a nosotros nos apasiona.

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