31 oct 2010

Wonderland. Víctor Ullate



 
Tomando como referencia la experiencia vivida con su hermana, que padece una enfermedad mental, Víctor Ullate usa su último trabajo, Wonderland, para adentrarnos en el universo de aquellos que viven confinados en los centros psiquiátricos.

Para ello se aleja de su lenguaje habitual y profundiza en la danza contemporánea trazando este retrato tan personal del mundo de la locura.

No debe ser nada fácil enfrentarse a este aparente caos mental y darle voz a través del movimiento. Crear distintos personajes y conseguir que cada uno de ellos tenga su propia identidad. Conseguir un equilibrio entre la compasión, la ternura y la protección que “las personas especiales” provocan en nosotros y además aderezarlo todo con la maravillosa música de Philip Glass.

No, todo esto no es nada fácil y por eso mismo algún fallo debía de tener.

Aunque nos transmite ilusión, ganas y los bailarines consiguen moverse todo el tiempo entre la frontera del teatro y la danza de forma magistral, la cosa es que el resultado a nivel coreográfico resulta pobre y repetitivo. No aprovecha los recursos escénicos, ni las posibilidades coreográficas, ni tan sólo el juego que podrían dar las imágenes de un sanatorio mental proyectadas por detrás de los bailarines durante todo el espectáculo. Después de un comienzo magistral el resto no deja de ser una repetición de números estructurados, en su mayor parte, por parejas.

La impresión es la de estar viendo lo mismo una y otra vez. La monotonía de la repetición.

Una pena, porque el resultado final fue que nosotros miramos el reloj hasta tres veces.

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